Cada vez hay más restaurantes y tiendas en Rusia que cambian los nombres extranjeros
Hace muy poco las calles de Moscú y de otras ciudades grandes estaban
llenas de placas y carteles en lenguas extranjeras. Restaurantes, cafés,
hoteles y tiendas se llamaban White Rabbit, Boston seafood&bar, Paris,
Rendez-vouz o La Taberna.
Los que llevaban nombres comunes a la oreja rusa trataban de escribirlo
en alfabeto latino para sonar más exclusivos.
Sin embargo últimamente la
tendencia ha comenzado cambiar. Cada vez hay más restaurantes y
tiendas que escriben sus carteles en cirílico y usan nombres rusos.
Tras el Telón de Acero la gente soviética se acostumbró a tratar considerar
los productos extranjeros como si fueran de primera clase e inaccesible, y
por eso, en algo muy deseado.
Con la caída de la URSS y la llegada de la
economía de mercado a Rusia se pusieron de moda los nombres en inglés,
francés e italiano.
El té Greenfield, el calzado Chester, los vaqueros Westland: American Spirit o
la popular marca de calzado Carlo Pazolini no tienen en realidad ninguna
relación con Occidente, pero crean una determinada impresión en el
consumidor. El complejo super elitista Belgravia en el centro de Moscú
debe convencer a sus habitantes que ellos se encuentran casi en Londres y
la casa bajo el nombre Avenida 77 emula a Manhattan. San Petersburgo va
a la zaga de la capital y es posible encontrar en la ciudad lugares como
“Alejandría”, “Viena”, “Venecia”, el “parque Londres”.
Sin embargo últimamente la situación ha comenzado cambiar. O bien el
público ha comprendido que si se llama Londres no significa que sea
mejor y más limpio o ha tomado conciencia.
El enfriamiento de las relaciones entre Rusia y Occidente ha jugado un
papel importante. Moscow Cheesecake se llama ahora Máster Pirogá
(Maestro del pastel) y en la moda han entrado los nombres de los tiempos
de Rusia zarista: Sirovarnia (Quesería) o LavkaLavka.
“Trabajamos en Rusia y nos aburrimos de los nombres estadounidenses”,
dice Ruslán Mijáilov, cofundador del Máster Pirogá. “Claro que es posible dar una imagen de exclusividad usando un nombre inglés. Por otro lado,
hay muchas compañías rusas que fabrican sus productos en China. Y
hemos pensado: ¿por qué no hacer una marca rusa?”.
Los fundadores de las marcas rusas tratan de llamar la
atención del consumidor no sólo para que compren
productos locales sino porque aspiran a subrayar la
superioridad de la calidad local y la frescura de los
productos, en comparación con los occidentales. En Máster
Pirogá explican que las tartas de queso importadas de los
EE UU pueden pasar más de un año en el congelador y que
los suyos son productos naturales y frescos.
De la misma manera actúa el restaurante ecológico LavkaLavka. Dicen que
usan los productos ecológicos, naturales, domésticos y frescos.
“Conocemos personalmente a cada granjero y todos los detalles de su
producción, que haya transparencia en el origen del producto es un
principio básico para nosotros”, dicen en la compañía.
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