Un nuevo fondo anti-crisis ha sido creado para paliar los conflictos entre Rusia y Occidente
De los 21.000 millones del plan anticrisis: 4.550 millones de dólares se destinarán al saneamiento de las empresas estratégicas y alrededor de 3.800 millones de dólares a la capitalización de los bancos; para las pensiones se apartarán 2.900 millones de dólares, y otros 2.400 millones de dólares se emplearán en la concesión de créditos al sector de la construcción, explicó el vice primer ministro Igor Shuvalov.
Rusia necesitará 1,375 billones de rublos (cerca de 21.000 millones de dólares) para la ejecución de su plan anticrisis. Así lo anunció el vice primer ministro Igor Shuvalov el pasado 21 de enero tras una reunión del Gobierno.
El dinero se destinará para el saneamiento de las empresas estratégicas, para capitalizar bancos así como para las pensiones y para otorgar créditos en el sector de la construcción.
“El gobierno tendrá que aumentar el déficit presupuestario y traspasar parte de la carga anticrisis a las regiones para conseguir el dinero”, añadió Igor Shuvalov.
En primer lugar, según señala Alexander Deriuguin, director del Centro de Investigación de Reformas Regionales de la Academia Rusa de Economía Nacional y Administración Pública, el plan llega con retraso. “Hasta el último momento hemos afirmado que Rusia era un remanso de estabilidad o que las sanciones no nos asustaban, y hemos esperado a que los indicadores económicos den muestras claras de la existencia de la crisis”, declara Deriuguin.
Según sus palabras, el principal problema ha sido la falta de voluntad o de valentía por parte de los responsables políticos para admitir que existían problemas en la economía por miedo a ser tildados de alarmistas. “El precio de no aplicar medidas a tiempo es la profundización y la prolongación de esta crisis, así como el enorme coste que supondrán ahora las medidas anticrisis”, añade Deriuguin.
Para este experto, el plan de rescate persigue el mismo objetivo que el aplicado durante la crisis anterior, en 2009: rescatar a quienes se están hundiendo dándoles dinero. “Es un método probado, pero no resuelve el principal problema: conseguir que la economía del país no se hunda cada vez que se hunde el precio del petróleo”, afirma. En su opinión, los países desarrollados encontraron la respuesta a este problema hace tiempo y consiste en apoyar el desarrollo de un modelo productivo nuevo y más efectivo.
“Para lograrlo, es imprescindible invertir dinero en el desarrollo del capital humano; principalmente, mediante la educación y la sanidad”, añade.
Los planes de futuro
Hay un consenso según el cual se considera que para salvar la economía rusa hay que reducir su dependencia de las materias primas.
“La salvación de la economía rusa implica, principalmente, una disminución de su dependencia de las materias primas; la autosuficiencia de la economía está de actualidad en las condiciones de crisis vigentes”, afirma el analista jefe del fondo de inversión UFS, Alexéi Kozlov. Según él, para reducir esta dependencia habría que conseguir nuevas inversiones.
“Últimamente se viene observando una notable fuga de capitales; el dinero de los inversores se va de Rusia, lo que implica que el Estado tiene que asumir el papel de inversor. Esto también explica el aumento de los gastos presupuestarios en un momento en el que, ya de por sí, resulta difícil cuadrar el último presupuesto”, añade Kozlov.
Por otra parte, según sus palabras, invertir en la economía de Rusia también se traducirá en más puestos de trabajo y permitirá el desarrollo del sector empresarial, lo que aumenta el atractivo del país.
Sin embargo, según Deriuguin, aunque se necesita un plan de recuperación integral efectivo, la principal dificultad de su aplicación reside en que la carga en el presupuesto de dicho plan no está tan clara. “El problema es que el presupuesto ya no es el único que se encarga de generar y gastar los fondos destinados a la financiación de los objetivos y las responsabilidades del Estado”, afirma, quien explica que Rusia también utiliza el Fondo de Reserva y el Fondo de Bienestar Nacional. “El déficit del presupuesto federal será relativamente bajo, lo que impedirá ver cómo se consumen los fondos mencionados”, declara Deriuguin.
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